Llegado fin de año, todos -queramos o no- hacemos el famoso balance del año. Miramos para atrás y hacemos el chequeo de los objetivos que nos propusimos el 31 de diciembre del año anterior.
Cada loco con su tema… pero si hay algo que todos nos hemos dicho más de una vez es “¡éste es mi año! ¡éste me pongo las pilas!”. Pero también hay quienes se han dicho que su meta para el próximo año es no volver a fracasar.
Si sos de los que alguna vez se han hecho semejante promesa, y estás leyendo esto, hacelo atentamente porque es importante lo que tengo para decirte.
Si te sentís perdido en un campo que parece no tener fin, si te sentís como en una montaña rusa de emociones y sentimientos, si te preguntás porqué elegiste estudiar en lugar de hacer cualquiera de las miles de actividades que existen, si sentís que ni las frases más motivadoras del mundo te hacen efecto, si te has sentido minúsculo y sin ganas de seguir, si has rendido mal y te auto-castigás, si tenés miedo y vivís en la continua incertidumbre de no saber si lo vas a lograr… ¡Te invito a que sigas! Porque el fracaso es sólo un paso, nunca el final.
Lo cierto es que, todos hemos experimentado el miedo a fracasar en nuestro paso por la facultad; sin embargo, lo que nos diferencia unos a otros, es la forma en que lo vivimos y enfrentamos: podés enmendar las fallas, resolver obstáculos y avanzar, o quedarte paralizado creyendo que no vas a poder superarlo.
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