La frase que titula este post me la dijo una estudiante a la que tutoreo hace unos 5 meses. Su audio parecía sacado de una película de terror, en cuya escena el personaje principal tiene la oportunidad de decir sus últimas palabras de gloria antes de morir.
Nervios, un par de unidades por repasar, alguna que otra duda, el reloj marcando las 23.30 horas… y la gran incertidumbre de no saber si parar o seguir toda la noche.
¿Recordás haber experimentado algo similar? Haberte encontrado a vos mismo en la dualidad de las expectativas y la incertidumbre, teniendo que tomar la decisión que -creemos- influirá en los resultados finales.
Sea que ya lo hayas vivido o que te suceda reiteradas veces, quiero compartirte algunos consejos para que puedas poner en práctica en próximas oportunidades:
Tratá de cortar antes de cenar
Hay cientos de tipos de estudiantes pero si hacemos foco en los más populares el día previo al examen, sin lugar a dudas destacamos dos: el “pasado de vuelta” que puede pasar la noche en vela leyendo una y otra vez; y el “quemado” que no quiere saber más nada.
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