Ya pasaron más de seis meses desde que comenzó el aislamiento a raíz de la pandemia del COVID-19 y nuestras vidas como estudiantes y docentes universitarios cambiaron radicalmente.
Para muchos fue un shock tener que adaptarse de un día para el otro a una modalidad completamente diferente a la presencial, no solo a nivel personal sino a nivel institucional. A varios nos invadió la ansiedad y tuvimos que aprender a controlarla y a otros la nostalgia de pasear por los pasillos de la facultad.
En otros casos, el cambio fue bienvenido: “¡qué bueno, ya no tendré que viajar una hora todo apretado en el subte!”, “¡puedo ver las clases grabadas y adelantar las partes donde al profesor no le funciona algo!”.
Escuchar experiencias de todo tipo, buenas y malas, me generó la curiosidad de saber cómo la estaban pasando la mayoría de los estudiantes universitarios. Lo primero que hice fue una encuesta en nuestro Twitter con una simple pregunta:
Realmente me sorprendió el resultado: el 78,7% de los más de 3100 estudiantes encuestados, prefieren las clases presenciales. Yo pensé que iba a estar más parejo el resultado, pero se ve que en el primer cuatrimestre a la mayoría de las universidades, docentes y estudiantes les costó la adaptación a lo virtual.
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