No es algo de lo que nos guste hablar en público, pero, así como algunos sufren de problemas de salud crónicos que les dificultan las cosas en el ámbito académico, otros (como yo) sufrimos de enfermedades mentales. Para que sepan un poco mejor desde dónde estoy hablando, voy a aclarar mis condiciones: sufro de una mezcla casi 50-50 de ansiedad social, ansiedad generalizada y a eso agregale algunos rasgos de TOC (soy una persona extrovertida que sufre de ansiedad social. Suena paradójico pero pasa. Y sí, es súper frustrante, necesito hablar con gente para energizarme pero también me da miedo la gente).
Yo veo la ansiedad y la depresión como un continuum, o dos caras de la misma moneda (bueno, nada que ver un continuum con las dos caras de una moneda, pero ustedes síganme el juego) – o sea, es muy fácil que pases de estar ansioso a estar deprimido. Por lo menos es fácil para mí. Me pasó ya en varias ocasiones en las que, por unos meses, intercambié mi ansiedad por el horrible dementor que es la depresión.
(Esto sería como algo aparte, pero si por casualidad sos el jefe del trabajo de mis sueños y estás leyendo esto, primero, gracias por tomarte el trabajo de googlearme, me siento halagada, y, segundo, no dejes que estos detalles de mi salud mental afecten mis chances de conseguir el trabajo. Soy responsable, puntual, trabajadora y cumplidora. Tengo testigos. Fin del aparte).
No estudio psicología ni soy ningún tipo de especialista, pero tengo un total de seis años de terapia hechos sin contar lo que hice antes de la adolescencia, y actualmente estoy medicada para tratar mis enfermedades mentales. Estoy en el limbo entre cuarto y quinto año de la Licenciatura en Lengua y Literatura Inglesas, así que puede decirse que me gané la etiqueta de “estudiante avanzada”, y he llegado aquí con todas las complicaciones que conlleva sufrir de ansiedad. Solo me animo a hablar para las enfermedades mentales con las que tengo experiencia, pero tal vez estos consejos se puedan aplicar a más que sólo ansiedad y depresión.
Sin más preámbulos, mis consejos.
#1 Andá a terapia
Si vas a sacar una sola cosa de este artículo, que sea esta: Andá a terapia. Andá a terapia. Andá a terapia.
Un psicólogo o psiquiatra NO va a “arreglarte”, no va a solucionar tu problema para siempre ni te va a convertir en una “persona normal”. SÍ te va a dar las herramientas para que puedas lidiar con tu enfermedad mental de forma independiente y puedas llevar la vida que vos quieres llevar a pesar de los obstáculos que tu propia cabecita te ponga al frente.
Por lo general, las universidades tienen programas de psicología y psicopedagogía abiertos para cualquier estudiante que los necesite, y ellos van a saber a quién derivarte, así que es un buen lugar para empezar. Pero por favor, no dejes de pedir ayuda. Ir a terapia no te hace más débil o más dependiente, todo lo contrario.
No voy a tocar mucho el tema de la medicación y los psicofármacos porque es controversial y hay gente que dice que no está bueno depender de antidepresivos para funcionar en la vida, pero *coff* *coff* *coff* no veo a esa misma gente cuestionando la “dependencia” a drogas como anticonceptivos o levotiroxinas, pese a que tienen la misma cantidad de efectos adversos que un antidepresivo *coff* *coff* *coff* ay chicos disculpen estos ataques de tos que tengo, son terribles. Continuar leyendo →